En el siglo XVIII, el “siglo de las luces”, el nacimiento de la ilustración irrumpe para combatir las creencias infundadas, la ignorancia y la superstición. Rompe con el yugo de la religión y la tradición, lo que libera al individuo y le dota de armas para el pensamiento crítico, y en definitiva, la libertad.
En el siglo XXI, el “siglo de las pocas luces”, vivimos por el contrario bajo un nuevo yugo, que atenta contra la razón, el individuo y las voces disonantes, donde el pensamiento de la masa, estúpida por definición, cuenta ahora con la superioridad moral que le otorga una nueva fe.
Esta fe, libertadora en el siglo XVIII pero opresora en nuestros días, es la ciencia.
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Tradición y salud van de la mano.
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El peligro de los estudios científicos
Te cuento una historia.
Hace un par de meses publiqué este hilo en Twitter defendiendo el carbohidrato para atletas, como ya hice en artículos anteriores.
Los amantes de la keto saltan a defender a su tribu, y pusieron en duda que el carbohidrato fuese necesario, haciendo referencia a Tim Noakes, un gurú anti-carbohidrato. Para mi sorpresa, el propio Noakes aparece en escena, afirmando haber demostrado que se puede rendir a alta intensidad sin carbohidrato:
Aporta un estudio científico, me reta a desmentirlo, y añade una coletilla dejando caer que el “método científico” es la única forma de razonar hoy en día.
Perfecto. Veamos el estudio científico (lo puedes consultar aquí).
Seleccionan a un grupo de corredores. Ponen a la mitad en una dieta keto (<50g de carbohidrato al día) y la otra mitad en una dieta alta en carbohidratos (60% de las calorías al día). Mismas calorías, repartidas en mismo número de comidas.
Hacen una prueba de alta intensidad a ambos grupos. 6 sprints de 800 metros, con descanso entre cada serie, y con al menos 3 horas desde la última comida ingerida:
Demuestran que ambos grupos son capaces de rendir igualmente en la prueba independientemente de la dieta, siendo las calorías, la composición corporal y la carga de entrenamiento la misma:
Supuestamente, después de leer el estudio yo debería tener un momento de iluminación, dejarme aplastar por el peso de la “ciencia”, y plantearme si realmente quiero carbohidratos en mi vida.
Sin embargo, lo que me pregunto es lo siguiente.
El carbohidrato produce sopor. Te relaja. Esto no es negativo, simplemente debería priorizarse después de entrenar y por la noche, para favorecer el descanso y la recuperación. El carbohidrato es una potente herramienta para controlar el estrés, como vimos en este artículo. Por ello, tomar carbohidratos antes de entrenar solo tiene sentido en esfuerzos estresantes, es decir, de mucho volumen o de larga duración.
Por tanto, es absolutamente normal que, en el estudio, aquellos atletas con una dieta alta en carbohidratos no rindiesen mejor que los demás, al haber tomado hidratos no solo después, sino antes del esfuerzo.
Tomar hidratos reduce tu cortisol y apaga tu sistema nervioso, justo lo que quieres después de un esfuerzo, pero no antes. El papel del carbohidrato no es mejorar el rendimiento, sino acelerar tu recuperación y permitirte mayor volumen de entrenamiento, lo que a lo largo de una temporada competitiva te dará ventaja sobre tus rivales.
Es decir, los “científicos” del estudio simplemente han utilizado una herramienta de forma incorrecta en un esfuerzo aislado, en una ventana de 30 días. Han elaborado una dieta alta en carbohidratos y la han repartido sin más durante el día, ignorando que cuándo tomas el carbohidrato respecto a un esfuerzo importa mucho más que el hecho de tomar carbohidrato en sí.
Es como plantear una prueba de apretar tornillos, utilizar un martillo, y concluir que el martillo es una herramienta innecesaria y perjudicial.
Pero lo realmente preocupante es esto que ves en el siguiente vídeo:
Es Tim Noakes difamando contra el carbohidrato y alentando a eliminarlo de la dieta. Todo ello basado en su estudio científico que lo único que demuestra es que no entiende cómo funciona el carbohidrato en la vida real, enfocándose en parámetros irrelevantes, como la oxidación de grasa.
Como si ahora diesen medallas por oxidar más grasa.
Estudios científicos perjudiciales
¿Alguna vez te has preguntado cómo puede haber gurús que defiendan posturas radicalmente opuestas? ¿Te has sentido perdido en medio de tanta confrontación?
No te preocupes. No es tu culpa, si no de los estudios científicos. Esos mismos que nos instaban a evitar las grasas en los 80, y las promueven hoy:
El afán por regular el conocimiento ha dado lugar a los “estudios científicos”, tratando de homogeneizar la producción de ciencia. Partiendo de una hipótesis, en ocasiones incorrecta, y llegando a conclusiones sesgadas.
El fracaso de la ciencia tal y como está planteada hoy en día, en base a estudios científicos, es evidente. El caso de Tim Noakes con los carbohidratos es solo uno de ellos, pero hay innumerables ejemplos.
En los años 50 se comienza a estudiar el colesterol en sangre, identificando el colesterol “malo” o LDL como causante de enfermedad coronaria. En los años 60 y 70 se descubre que el LDL sube con el consumo de grasa, o si se reduce el número de comidas diarias. La recomendación pasa a ser cinco comidas al día, evitando la grasa.
Hoy, estamos en el lado opuesto, recomendando ayuno intermitente y el consumo de grasas. ¿Qué ha pasado?
Nuestra obsesión por ligarlo todo a un parámetro nos impide ver cómo funciona realmente el cuerpo humano. Resulta que el LDL no es indicador de enfermedad sino su equilibrio respecto al HDL, el colesterol “bueno”. Lo mismo sucede con otros tantos parámetros. La sal ya no es mala, lo realmente malo es su desequilibrio respecto al potasio. El azúcar hoy es malo, dentro de unos años solo lo será respecto al porcentaje de grasa corporal o el nivel de actividad física.
El daño de los estudios científicos no se limita a la nutrición, sino también al entrenamiento. Estudios de los años 60 ven que la sentadilla profunda ejerce más tensión en la rodilla que la sentadilla parcial. Ignorando que esa tensión es lo que fortalece la rodilla, desaconsejan la sentadilla profunda. Hoy tenemos epidemia de dolor de rodilla en la población deportista.
Lo peor de todo esto es que cualquiera, hasta el más tonto del pueblo, puede esgrimir estudios científicos irrelevantes para defender posiciones extremas con ínfulas de erudito.
Pero entonces, ¿son inútiles los estudios científicos? ¿O acaso soy yo un negacionista terraplanista?
La verdadera ciencia
El conocimiento científico ha ido normalmente desde la práctica a la teoría. Descubrimientos a través de la experimentación genuina o incluso la casualidad han dado fruto a los mayores avances científicos de la historia, desde la penicilina hasta el paracetamol. En las disciplinas más fiables, como la física, es el observar, estudiar y documentar un proceso lo que da lugar a la teoría.
La naturaleza no entiende de argumentos ni de hipótesis, solo de supervivencia. Por lo que la simple observación de aquello que ha sobrevivido al paso del tiempo y a la competencia es la mayor fuente de evidencia científica posible.
Los estudios científicos solo tienen cabida en la industria farmacéutica, donde la introducción de un nuevo medicamento y ver su resultado a lo largo de los años es inviable por suponer un peligro para la salud pública. Los estudios científicos permiten aquí asegurar que al menos el medicamento no será fatal, y aun así, los efectos secundarios no se verán hasta pasados unos años, donde el tiempo haga su filtro.
Someter algo al paso del tiempo como prueba de su relevancia se denomina efecto Lindy, acuñado por Taleb, y es algo que ya vimos en este artículo.
Y aquí viene la clave: en entrenamiento y nutrición tenemos suficiente evidencia mediante el escrutinio del tiempo como para andar perdiendo el norte con estudios científicos.
Si tus fuentes de evidencia en nutrición fuesen tu abuela y el cura de tu pueblo, habrías comido grasa y ayunado toda tu vida, porque tanto tu abuela como las grandes religiones son filtros vivientes de todo aquello que funciona. Pero tú, oh gran ilustre pensador amante de la ciencia, has perdido tiempo y salud evitando la grasa y el ayuno durante décadas gracias a los estudios científicos.
Y en entrenamiento, aunque a muchos le pese, sucede lo mismo. Los mayores productores de ciencia no son científicos con bata, sino entrenadores con pinta de “rednecks” americanos que han experimentado con sus métodos tanto en ellos mismos como en cientos de atletas, obteniendo resultados positivos.
Que alguien necesite rodearse de tecnología, medir la velocidad de levantamiento, analizar la pisada, recopilar datos, poner la palabra “ciencia” en su Grado en “Ciencias” del Deporte, y esperar a que los estudios científicos aclaren un método de entrenamiento u otro, solo significa una cosa: llegan años tarde.
Cómo sobrevivir a la “ciencia”
Piensa lo siguiente. Si te recomendaban evitar la grasa hace 30 años, y la promueven ahora, ¿qué estás haciendo hoy en base a la ciencia, que será perjudicial dentro de unos años?
Los estudios científicos tienen su cabida, pero solo en una circunstancia concreta.
El cuerpo humano es un sistema complejo.
En un sistema complejo, los elementos del sistema están tan interrelacionados entre sí, que añadir o quitar elementos produce reacciones en cadena. Nuestro cerebro es bueno prediciendo las consecuencias inmediatas, pero no las consecuencias de segundo, tercer o cuarto orden.
Los estudios científicos solo sirven cuando tratamos de añadir o quitar elementos de un sistema que funcionaba correctamente. Es decir:
¿Hemos evolucionado con suplementos de creatina, con ibuprofeno o con grasas transgénicas? No, por tanto, no deberían incluirse en tu día a día hasta que haya evidencia firme que lo demuestre.
¿Hemos evolucionado con ayuno, carbohidrato o grasas? Sí, y deberían estar en tu día a día hasta que haya evidencia firme que lo contradiga.
Por lo demás, se trata de un simple análisis de riesgo-beneficio:
¿Tengo que someterme a una operación a corazón abierto con 90% de probabilidad de fracaso, y un estudio científico sugiere un tratamiento experimental pero prometedor? Mejor hacerle caso a los estudios que morirse.
¿Un estudio científico muestra que la carne roja podría ser cancerígena? Abuela, ponme dos platos. Necesitas evidencia firme para cambiar algo que lleva toda la vida entre nosotros.
En cualquiera caso, y como ya afirmé en este artículo, me reitero: no encontrarás estudios científicos en este blog. En un mundo donde debatir ya no es razonar, sino arrojarse estudios científicos a la cabeza, quizá sea esta tu ventaja competitiva.
Por lo tanto el problema no es la ciencia o los estudios.
El problema es la gente que utiliza mal esa ciencia o diseña mal esos estudios
Siempre dando luz, te felicito por hacernos mejor. Tengo dos consultas basado en lo que comentas, seria recomendable consumir 20g de carb (fruta o tortillas de arroz) antes de una sesion de gimnasio de 60-90 minutos, a primer hora del dia, en estado de ayuno, sobre todo si mi objetivo es mejorar rendimiento y aumentar masa muscular.
Y la segunda, me dejaste con la duda de la creatina jaja. La recomiendas?